domingo, 15 de mayo de 2011

TUPAC AMARU por Maria Cecilia Repetto


EL  RECUERDO DEL INCA EJECUTADO (14-05_2011)


José Gabriel  Tupac  Amaru, descendiente de los incas, revolucionario y precursor de la independencia hispanoamericana  fue ajusticiado por las autoridades españolas  el 18 de mayo de 1781.


Su nombre podría haber pasado a la historia como una  víctima más  entre tantos  que pagaron con su vida  la osadía de  sublevarse contra  un régimen tiránico.


Sin embargo, la crueldad desplegada  en oportunidad de su ajusticiamiento  elevó  su condición de héroe  revolucionario  a la de mártir por una causa tan noble como fue la defensa de los derechos de los pueblos indígenas de América.


Su muerte fue la infeliz consecuencia de su rebeldía contra el maltrato y la explotación que sufrían los indios  por parte de  los delegados de la corona española.


Su intención era liberar a sus hermanos  de la opresión colonialista y  de  los abusos de  los corregidores que procuraban enriquecerse  en  su propio beneficio y en del  rey de España en cuyo nombre gobernaban las tierras conquistadas.


Tupac Amaru era un hombre instruido circunstancia  que le permitió  redactar documentos  en nombre de los caciques del pueblo  alertando sobre el peligro de la extinción  de los pueblos  originarios.


A pesar del apoyo   de sacerdotes  de prestigio  su movimiento no triunfó por falta de disciplina  de los indígenas  en las acciones militares  y por  la inferioridad en armamentos.


Traicionado por uno de sus  capitanes, Tupac Amaru cayó prisionero  y fue condenado  a presenciar el castigo de familiares antes de sufrir el propio.


Con él  habían sido apresados, entre otros familiares,  su mujer y dos hijos.


El castigo  a ellos consistió en cortarles la lengua y aplicarles el garrote, instrumento de tortura constituido por unas cuerdas que oprimen el  cuello y que estrangulan lentamente.


Esta bárbara escena debió presenciar el jefe  indio antes matarlo en forma  salvaje.


Cuando le llegó su turno; igual que al resto  le cortaron la lengua  y  después fue atado por los brazos y piernas  a las monturas de cuatro caballos que simultáneamente  empezaron a tirar  hacia las cuatros esquinas de la plaza de Cuzco hasta despedazarlo.


Se creyó  que  su muerte serviría de escarmiento ,pero se equivocaron


Su sangre  avivó  el fuego  revolucionario haciendo  germinar, como en suelo fértil,   la semilla de la libertad  en los  sufridos corazones de los pueblos americanos.


Como explica  el historiador Diego Santillán “Los vencedores  no hicieron con ese espectáculo  ningún beneficio  a la causa de los realistas en América , el recuerdo del inca ejecutado en condiciones tan espantosas  ha sobrevivido como una antorcha  de rebelión latente, el crimen judicial no halló aprobación en su tiempo  y menos en los tiempos que vinieron”.


Si es verdad que  por la forma de matar se define  una civilización,  la muerte de Tupac Amaru nos habla de un entorno de salvajismo  confirmatorio de   aquellos testimonios  de   abusos y maltratos  hacia los indígenas durante el período colonial.


Que el mundo ha evolucionado desde aquel entonces no caben dudas.


El tiempo transcurrido ha permitido que la humanidad avance hacia   pautas de pautas de convivencia  superadoras de   aquella  historia de sangre y horror que jamás podrán olvidarse.


A pesar de ello, algunas  voces  que se escuchan cada tanto y  a los lejos  nos advierten  que este progreso   no ha sido suficiente para construir una sociedad más justa y equitativa.


No puede rehacerse el pasado pero sí  aprender de los  errores    cometidos , sin olvidar , que la violencia es un término muy amplio que no solo se ejerce a través del maltrato físico  sino que también se ejerce   con la indiferencia de los gobernantes.


En este sentido  llama la atención, por ejemplo , que  en pleno siglo XXI  las comunidades indígenas  de nuestro país sean víctimas de la exclusión y abusos  por parte de las autoridades.


Los reclamos que la comunidad Toba ha estado realizando ante el gobierno nacional  con motivo de la usurpación que le habría realizado el gobierno provincial de Formosa en violación a la Constitución Nacional nos hablan de un país que no protege debidamente  los derechos de los pueblos originarios.


La comunidad toba "La Primavera", formada por unos 4.200 indígenas, es uno de los alrededor de 30 pueblos originarios que subsisten en Argentina, y que reúnen en total a unas 600.000 personas, según cifras oficiales


Hace algunos días cuando 150 aborígenes  habían acampado  en pleno centro de Buenos Aires daban la impresión de no ser argentinos.

Esta falta de hermandad es producto de la indiferencia de los gobiernos, de un federalismo irregular y de una sociedad que no ha sido educada para  la integración y  el respeto a todos sus habitantes.


Cuando han pasado 230 años desde la muerte de Tupac Amaru parece inconcebible que todavía los pueblos indígenas, a quienes se les denomina “pueblos vulnerables” continúen en inferioridad de condiciones reclamando como indigentes  por sus legítimos derechos.



María Cecilia Repetto