jueves, 20 de mayo de 2010

LA VEJEZ COMO PREMIO (20-05-2010)
Hace algunas tardes, en una confitería de Buenos Aires  ,  una señora  mayor   saboreaba   un café  mientras leía  el diario  en  compañía  de  unas masas secas.
Frente a ella estaba yo, observándola y envidiando, de alguna manera, su derroche de despreocupación.
La mujer  , que ni se percató de mi presencia ,  tenía aspecto  saludable y  parecía disfrutar – más que ninguno de los que estaban en ese lugar - del sol tibio de marzo   , de la lectura  y hasta del  azúcar impalpable  de las masitas que  se le pegoteaba entre los dedos.
Calculé  que sería  una  jubilada que  estaba  gozando de esas vacaciones largas que nos  regala la vida al traspasar el umbral de la tercera edad.
Me imaginé que tal vez esa señora, después de tantos años de trabajo, podía  ahora  darse el gusto de levantarse cuando  se le daba la gana, de  dormir   sin despertador, y que no debía  andar a las corridas, atada a horarios y a obligaciones laborales ( como estaba yo ).
Pensé ,para mis adentros,  que  ojalá pudiera ser como ella  al llegar a su edad  pues al fin y  al cabo  ,  eso era una   vejez bien entendida , una etapa de cosecha en la cual  se  pueda   gozar y disfrutar de tantos anhelos postergados luego de haber cumplido con los deberes familiares y de haberse liberado de las ataduras  laborales.
Sin embargo ,no todas las personas  tienen la vejez con la que han soñado ni con la que merecerían tener.
Una variedad de dificultades impiden a muchos abuelos llevar una vida placentera, tranquila y liviana de preocupaciones.
Una de los obstáculos  es de índole económico  porque  hablar de jubilación es para muchos sinónimo de pobreza , o de ingresos magros ,de esos  que te obligan a llevar una vida con  demasiadas  limitaciones .
Pero además ,la crisis de valores que hoy se advierte en la sociedad  se percibe claramente  en el tratamiento   que se les otorga a los ancianos, a veces, bajo la forma de indiferencia o en casos más graves, de maltrato o  violencia.
No son pocas las abuelas que hoy en día deben cuidar tiempo completo a sus nietos mientras sus hijos trabajan. En casos peores ,deben   solventar los gastos familiares de sus hijos porque éstos no trabajan o  han quedado desocupados .
Hay  leyes que protegen a los menores pero existe una laguna legislativa en cuanto al maltrato que sufren los mayores.
 
En otras épocas los ancianos eran objeto de una mayor consideración dentro de la sociedad.
Se los respetaba por su experiencia  y ocupaban dentro de la familia un lugar central  como consultores  o consejeros.
La vejez  era prestigiosa  .
Sin embargo, hoy en día muy pocos piensan que un hombre viejo tenga algo que enseñar .La velocidad de los cambios del mundo jubila  a los hombres y mujeres mucho antes de llegar a la tercera edad .
 El temor a envejecer se debe en gran medida a que se asocia la vejez con decrepitud, con soledad, con debilidad y empobrecimiento y esto facilita a  que se abuse de ellos.
Desde tiempos remotos  la humanidad ha buscado fórmulas para conservar la juventud  pero  es evidente que en la vida moderna  se ha convertido en una obsesión de mayorías.
Nadie quiere que le caiga el rayo de la vejez    y  se emprende una lucha  (que siempre termina por perderse) para evitar algo tan  natural  como es el paso del tiempo.
Producto de la dificultad para aceptarla  se  ha procurado disfrazar  el término con  eufemismos como “adultos mayores “   o miembros de la “tercera edad”  como si se quisiera suavizar el “ mal”  designándolo de una  manera más dulce.
Envejecer como diría Ángeles  Mastretta es un reto. Los  viejos, al contrario de lo que se piensa, son esas personas fuertes que han resistido y sobrevivido dificultades mientras que tantos quedan en el camino.
Baruj Spinoza  declaró que la “esencia del ser humano es el deseo “   y en esas enigmáticas palabras   condensó la complejidad de la naturaleza humana   .
Y el deseo ,es el deseo de conservar la vida  y de hacer  de esa vida una existencia  enriquecida por los encuentros  con los otros  y con las cosas del mundo  .El deseo es ,amar la vida  y no conoce  de primaveras  ni de otoños .
Cada etapa de la vida ofrece sus dificultades pero creo que una sociedad bien constituida debiera darles prioridad  a las personas mayores.
Se trata de una compromiso conjunto, que involucra a la sociedad y al Estado quien a través de políticas públicas  debe procurar  que la vejez sea  una etapa feliz y no un castigo al final de la vida.
María Cecilia Repetto