lunes, 1 de julio de 2002


 

 

 

 

LA SALA DE ESPERA  1-07-2002

 

Llegó demasiado  temprano al consultorio del médico .

Quién podría corregirle esa costumbre tan propia (que ella justificaba diciendo que era heredada) de anticiparse al tiempo, de llegar una hora antes a la estación  del  tren,de pararse veinte minutos antes en la puerta de  salida de la escuela de sus hijos ,de llegar con  media  hora de anticipación a la boletería del cine .

El martes a las cinco , un taxi blanco  la dejó en la puerta del Sanatorio Regional.

La sala de espera a esa hora de la tarde  estaba colmada de gente que aguardaba pacientemente ser atendida.

Una vez que exhibió  los papeles de la mutual  a la secretaria miope, tomó asiento en un banco cercano al  calefactor dispuesta a esperar su turno.

En realidad ,no tenía mayor apuro,había dispuesto esa tarde para atender su salud algo deteriorada por el frío,además tenía la justificación perfecta para “descansar” de las obligaciones hogareñas y dedicar ese tiempo al pensamiento ,a la reflexión y el diálogo,como se verá.

¿Acaso se puede hacer otra cosa en las salas de espera ? se preguntó.  Allí es como si la vida nos diera una tregua, como si el tiempo nos  obligara a hacer una pausa  y solo aguardar ser atendidos.

Al mirar a   su  alrededor mil recuerdos le vinieron a su mente.

Si la paredes hablaran – pensó- cuántas anécdotas podrían contar… 

No hay dudas –se dijo - de que este Sanatorio es un edificio emblemático de la ciudad que atesora como si fuera un libro de infinitas páginas los principios, los finales y los momentos culminantes de la historia de  una gran parte de los dolorenses.

 

Prefirió interrumpir sus pensamientos que terminarían en un ataque de melancolía  y al no encontrar revistas o cualquier otra material de lectura que le ayudaran a distraerse “optó por pasar revista” a las personas que se hallaban a su alrededor.

 

Casualmente todos estaban haciendo lo mismo, es decir, mirándose entre sí.

La señora mayor que tenía un vendaje en su pierna ,observaba a la señorita de tapado verde que tenía unas radiografías en su mano,ésta a su vez miraba de reojo al señor de campo que acompañaba a su madre de respiración agitada ,-la señora agitada y con bastón tenía la mirada ausente pero su hijo tenía su vista clavada en la jovencita de jogging y muletas que se divertía observando  las piruetas que el niñito resfriado hacía sobre el banco  dejando  huellas  de galletitas Lincoln con sus manos.

En el Diario el Tribuno que le ofreció  un caballero  leyó  una nota referida a las próximas elecciones presidenciales.

Encontró cierta similitud entre esa minuciosa observación de las personas que había estado realizando y la tarea que como ciudadana le correspondería hacer para elegir al candidato adecuado.

Cosa difícil ,se dijo para sus adentros ,ninguno me convence demasiado .

De repente sintió que alguien la llamaba por su apellido .

Si, si  ,aquí estoy ,exclamó con cara de circunstancia .

Pase señora , le dijo una señorita sin anteojos mientras le hacía un además en dirección a la puerta del consultorio ; el doctor la está esperando.

María Cecilia Repetto